Núm. 7 (2020): Investigación Permanente
El término investigación hace referencia a un proceso que, de entrada, asociamos a la ciencia en su conjunto, tiene como objetivo central generar conocimiento científico (Deheza Ugarte, 2000). En su acepción más simple, el concepto aludido nos lleva a considerar un conjunto de pasos sistemáticos y ordenados en función de los cuales se genera conocimiento, el cual, desde los fundamentos metodológicos que le caracterizan, ha de cumplir con criterios estrictos de validez y confiabilidad. Si bien es cierto, estos toman matices a partir de la disciplina científica en donde el conocimiento se inscribe, tienen como base epistemológica común enunciar sus procedimientos, referir sus enfoques teóricos y establecer la consistencia de sus resultados. Desde esta perspectiva, para Corona Lisboa “la investigación puede tener diversos enfoques (cualitativo, cuantitativo, o sociocrítico), estos representan los distintos métodos que se tienen a disposición, dependiendo de objetivos, intereses y alcances” (2019, p. 244). En este contexto, la investigación debe cumplir con los principios de oportunidad, coherencia, rigor y transparencia (Meneses, 2019). Es decir, este proceso tiene una estructura sólida en la que convergen principios heurísticos que tienen como objetivo central brindar modelos explicativos que facilitan los procesos de comprensión.